soñé con un verano caluroso y somnoliento, en calles europeas o africanas -pero desconocidas y de piedras anaranjadas-, y soñé que andaba en bicicleta.
soñé que mi ropa era liviana y blanca y que alguien me corría -el sol era amarillo y el cielo era azul-. yo quería escaparme pero sabía que él corría más rápido y que de todos modos me iba a alcanzar, entonces no me esforzaba.
había sucedido algo que escapaba a mi memoria; alguien me mostraba fotos, tenía que ver con él.
yo no creía nada que estuviera fuera de mis recuerdos.

la otra noche soñé que compraba cacerolas y me las olvidaba en la esca, y era el taxista que me trataba mal quien hacía que me las olvide.

y el avión que conducíamos por la calle como si fuera un autito. despegaba? explotaba? qué sucede siempre con los aviones en mis sueños?

también soñé que andábamos en un jeep -me venía a buscar a mi casa de buenos aires- y me decia que lo iban a trasladar a la paz. y yo sentía que me moría. otra vez.

me duele la pancita desde entonces.

anoche me dormí pensando en vos, y en lo que me pasé la noche durmiendo, me la pasé soñando.

soñé que me iba de viaje con raquel o con giselle y nos quedábamos en el hotel de mis sueños, ese de habitaciones de madera con pasillos y escaleras, y luz oscura que da ganas de dormir y que siempre es húmedo porque queda cerca del mar. soñé que mi habitación tenía una entrada pequeñita y dentro un armario y carpas y trajes de buceo y bolsas de dormir, y que todo eso nos lo prestaban porque era un hotel de categoría. soñé que había una ventana por la que no se veía más que sol y cielo, y todo el aire olía a vacaciones.

después soñé con una historia de fantasmas, con un chico que tenía muchos fantasmas -un chico de pelo negro y mirada triste- y que vivía en una casa llena de fantasmas. soñé que su mamá lo encontraba -porque se habían perdido cuando él era muy pequeño- y ella estaba con su nueva familia -que también era de él- y que era ella la que no se decidía si quererlo o no, hasta que al final juntaba valor y se iban a la casa con él, la casa de techos altos y cuadros en los pasillos, la casa oscura y embrujada. y una noche ella se levantaba de su cama donde dormía con su esposo y lo iba a buscar a su nuevo hijo, desafiando a todos los fantasmas que aún amenazaban pero miraban atónitos. lo traía de la mano -junto con el más pequeño- e iban todos en fila hacia la habitación principal, para dormir juntos por primera vez, como una familia. comenzaba una vida nueva, más dura y llena de batallas, pero verdadera, real. mientras traspasan el pasillo, frente a un cuadro gigante que cuelga de la pared de techo enorme, se sobreimprimen los títulos en la pantalla: "desde ese día, -nombre del chico- pasó a llamarse -nombre del chico con el apellido de su nueva familia-. su anterior nombre fue devuelto a rusia".


y con golpecitos en la ventana me despertó la liz para desayunar. tan profundo dormía que al abrir los ojos no sabía hacia dónde debía mirar para encontrar el origen de los ruiditos.

soñé que mi reloj de avioncitos había dejado de funcionar e iba con la tía a comprar uno nuevo.

íbamos a una tienda de un shopping -que sabíamos iba a ser cara- y esperábamos que la chica nos atienda -estaba con otra persona-. tardaba harto y yo me preocupaba porque tenía clases a las 7. nos estábamos por ir pero terminaba y me veía. busco un reloj, finito, le pido. y me muestra dos de una cajita, de los cuales agarro uno, con correa roja -el 7 es rojo- más corta de un lado que del otro y sin números. sale 70 dólares, me dice. la tía -que sabe que eso es caro- dice que mejor no, que cómo voy a ver la hora. "adivino", le digo, pero aunque me lo pruebo y es bonito, es demasiado caro para mi capital.