la vida es un picnic

la otra noche soñé que lo iba a ver a adrian, pero antes de llamarlo me encontraba con la gordita del aparicio y ella me llevaba a su casa que se estaba armando ahí.
entraba a su casa, era como una casita subterránea debajo del pabellón b, techo bajo pero acogedora. me hacía pasar, las habitaciones estaban una tras otra.
nos sentábamos a la mesa, pero entonces -eran las 9 y media de la noche- me daba cuenta que era muy tarde, que ya tenía que irlo a buscar a adrian porque si no se iba a complicar para quedarme.
afuera estaba oscuro y era peligroso -no por mi, sabía que él se iba a preocupar si andaba sola por ahi a esas horas- y entonces lo agarraba al colombiano blanco -ese que tiene dos esposas- para que me acompañara.
salíamos a la cancha y él lo empezaba a llamar "adrian!!", pero él no respondía ni salía a la ventana, y dentro del bloque empezaban a repetir el llamado "adrian, adrian!". yo gritaba también -qué raro una voz de mujer gritando acá- "adrian!", y su nombre sonaba por todo el lugar una y otra vez.
pero él no respondía. decidíamos entrar. por la puerta había dos escaleras y yo no recordaba cuál subíamos siempre con él. íbamos uno por cada una pero la mía doblaba a la izquierda -aeropuerto shopping...- y se terminaba.
volvía para probar la otra y entonces lo veía, de espaldas, yendo hacia la puerta.
corría hacia él y le saltaba encima, me colgaba de su cuello. él me veía, se sonreía y me decía, vamos vamos, hay que anotarte. y yo pensaba, no será tarde? pero siempre se puede hacer algo para arreglar. y caminábamos de la mano hacia la oficina de los delegados.



después le conté que había soñado con él, que cada noche sueño con él -y que recién había notado que su nombre aparece en todos mis últimos posts-.
y me dijo, pucha que estás obsesionada con este chango! y yo me reí, pero entonces agregó, no, eso no es obsesión, eso es amor.

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