regálame tu corazón. adiós.

anteanoche soñé que estábamos en el aeropuerto de santa cruz, y que íbamos a viajar a buenos aires. yo salía a la pista, el cielo estaba furioso, como si se viniera la más feroz de las tormentas. los encargados del aeropuerto decían que las pistas A y B estaban electrificadas, la B sólo la mitad porque la A la contagiaba. eran pistas paralelas. todos querían que viajáramos igual, pero si salimos ahora el avión seguro que no va a resistir la violencia del clima. ya se que hemos viajado en días de lluvia, pero esto es demasiado. si salimos ahora, seguro que el avión se estrella.

hoy no recuerdo qué soñé. pero me parece que llovía mucho y yo me empapaba.

es todo.

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je veux vivre au bord de la mer

soñé con lluvia, afuera y con el día luminoso. lluvia y yo con un paraguas pero sujetándolo con mis manos atrás, en la espalda; se movía y yo me empapaba.
había más gente, estábamos en una sala iluminada por velas donde se respiraba algo macabro y donde íbamos a comer torta y pollo. había puertas oscuras que daban a un jardín, pero no se llegaba a ver.
iba a buscar a mis conocidos. recién al salir me daba cuenta que estaba lloviendo, y mucho. ellos estaban parados debajo la lluvia, yo les decía, por qué no vienen abajo el techito? sí, no? me contestaban, y entrábamos en la sala cubiertos por mi paraguas.

luego estábamos en una ciudad grande y en domingo, y yo entraba a un cementerio jardín. iba por un caminito, a un costado se veían varias capillas donde se celebraban los entierros, al otro había tiendas de ropa y cosas varías. a medida que avanzaba había menos construcciones y se veían, a lo lejos, las montañas y el sol amarillo de antes del atardecer. llegaba al final del camino y había como un restaurant. al lado habia aviones estacionados, como fijados al piso. eran lindos, un f18 parecía, un helicóptero también. yo los miraba y la gente me miraba a mí.
salía del cementerio y cruzaba la avenida. la parte que daba a la calle era una escuela y tenía todas las paredes pintadas. caminaba, en la esquina me encontraba con gente conocida. me iba con ellos a comer.

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qué frágiles los sueños

soñé que nos habíamos mudado a una casa de tres pisos, y mi habitación estaba en el tercer piso, en la habitación número tres.
mi habitación era blanca, pequeña y sin balcón, pero muy luminosa y acogedora. la casa era tibia y estaba a media luz, tranquilo.
recorríamos las otras habitaciones; en el piso dos entrábamos a una pieza que tenía balcón, y piscina! pero el agua estaba sin cambiar. a la dueña de la habitación no le importaba su balcón, estaba echada en una cama más arriba -el balcón y la piscina estaban a desnivel abajo- y hablaba por teléfono. yo pensaba qué lindo sería tener balcón, pero recordaba que mi pieza era muy linda igual, y no me arrepentía de haberla elegido.
el balcón no tenía rejas, daba directamente al vacío. nos acercábamos y se veía toda la ciudad desde lo alto -evidentemente no era un segundo piso-.
de repente se sacudía el piso y la habitación entera empezaba a girar, como si estuviera sostenida por un eje en el medio y se fuera a poner de cabeza. yo estaba junto a una mesa y me apoyaba en ella, de espalda, con mis dos manos. confiaba en que el movimiento iba a parar antes de voltearse, pero no lo hacía. la habitación giraba, y al estar hacia abajo miraba directo al vacío. tampoco había techo entonces.
el giro era a velocidad, por lo tanto no caíamos, yo me sostenía de la mesa, apenas me apoyaba, hasta que volvíamos a estar bien. la habitación giraba dos o tres veces. desde el aire veía que en otro edificio estaba pasando lo mismo, sólo que la gente ahí se enganchaba a las patas de la mesa para no caerse.
finalmente se detenía, alguien entraba a la pieza a pedir disculpas, que el mecanismo estaba arreglándose y se había enganchado en dar vueltas sin que pudieran controlarlo.
qué gracioso, suerte que no pasó nada, qué hubiera pasado si nos caíamos al vacío?

después soñé que estaba en la casa de la tía y estaba la abuela. siempre la abuela que se murió pero después no se murió, la que volvió pero tranquilita, como siempre semidormida y frágil. y recordaba el momento del otro sueño en este.
estaba sentada en el baño y la llevábamos a su cama. se acostaba ella pero se caía, la tía estaba en la otra pieza. yo me acercaba a la abuela, en el piso, y le decía al oído, abu estás bien, tenés que estar bien, todavía te queda un mes, o lo que vos quieras, no te vas a morir todavía.
venía la tía y me ayudaba a meterla en la cama. la tapábamos. la abuela no decía nada. yo me sentaba cerca de la cabecera y la miraba, tan frágil... la tía se sentaba a los pies. hablábamos, un perrito me empujaba por la espalda, yo lo agarraba. era un perrito peludo -no era un zorrito?- vivían debajo de la cama. le mostraba a la tía y me decía que se los había dejado pilar para que...

y me despertó violentamente el sonido del celular.

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... una imaginación que me salvó la vida

soñé con ese río de noche que tiene agua tibia y fresca, que viaja entre paredes de cemento y en el que se puede flotar, sumergirse sin tocar el fondo, o moverse sujetándose de los bordes. hace mucho que no vamos por allá, pasan barcos por el medio pero aún el agua es limpia, y gris. las luces de la ciudad no son de colores. nadamos, voy agarrada de las paredes, no me animo a soltarme y flotar. lo intento por momentos, hay espacio, mucha agua libre, pero me asusta. nos dejamos llevar y llegamos a unos canales más angostos que están como bajo techo o entre vegetación. es bellísimo.


estuve recordando sueños de niña, la habitación oscura con almohadones y un osito en el piso; el pasillo largo y alto con muchas puertas que cada una escondía un universo mágico, oscuro y con luces; un rio entre paredes, de agua gris y cielo gris en una ciudad y entre edificios fríos y grises; un jardín gigantesco y verde, con laderas de pasto y árboles en lo alto que regalan su sombra y su frescura...


alguien me dijo una vez...

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so why so sad?

ayer me sentía triste hacia el atardecer, cuando el sol se iba apagando hacia las montañas. sentía un vacío muy grande, una tristeza lenta como si estuviera sola en medio de la ciudad llena de gente, correteando de aquí para allá. anoche fue San Juan y hubo fogatas y luces en el cielo y mucho humo, y frío.
mis sueños siempre dicen lo que siento, pero lo agarran todo junto, lo mastican, hacen pedacitos, y después sacan una historia extraña llena de imágenes, sonidos y personajes con los que no puedo dejar de empatizar.

soñé que había una guerra, que toda la gente huía y que todo era triste y gris. estaba en mi casa de buenos aires y algo venía bajando (en mis sueños, el norte es el sur y el sur es el norte). salíamos separados, yo primero cargando un nene chiquito. afuera veía venir desde gaona un ejército de robots. me escondía entre el macetero y un auto. los robots pasaban y agarraban a todo el que veían -la gente corría-. yo me acurrucaba y apretaba al nene. alguien movía el auto, me cubría con bolsas. entonces había una pared -trinchera- que cruzaba sanabria a la altura de mi casa, la gente dejaba de correr y empezaba a contraatacar. los robots disparaban, cada tiro estallaba en una luz brillante y anaranjada, y mataba a todo aquel cercano. yo tenía que salir de ahí con el chiquito. era la protagonista de la película y sabía que yo iba a llegar viva hasta el final, aunque me costara y la pasara mal en el camino. asomaba a ver cuándo disparaba el robot y calculaba para salir. cuando lo hiciera estaría bien, no iba a darme. corría, el nene se me quería caer y me retrasaba, pero igual salía.
cruzaba jbjusto hacia el sur -de mis sueños- y ahí había como un cementerio. la gente andaba más tranquila. sin embargo, los robots habían contratado a unos soldados humanos para que nos maten. con el nene nos escondíamos tras un arbolito. un hombre y una mujer vestidos de negro y con armas aparecían. pensábamos escondernos en una casita, dentro de un ataúd! revisarían? no es para tanto. salíamos de la casita sanos y salvos.

luego yo era un chico que salía corriendo de su casa. cruzaba las avenidas -la panamericana?- y pasaban autos a toda velocidad -cualquiera será el último auto-. la gente había huido, la ciudad estaba vacía.
yo dirigía la película. el chico va a correr, y cuando vea la puntita de la nave extraterrestre en el cielo, de una puerta un brazo lo va a agarrar y hacer entrar. ensayábamos? yo era la chica que sacaría el brazo. calculaba la fuerza para atraer al chico, y el momento para que no choque con la pared.
lo hacía entrar. había un huertito en el fondo del patio, de tierra húmeda y un regador que echaba agua fresca, y había arbolitos que le hacían sombra. ahí abajo nos escondíamos, los extraterrestres no podían ver a través de los árboles; los árboles nos protegían. nos movíamos, sospechaban y el hombre y la mujer de negro entraban por la puerta a revisar.
la chica no se levantaba. yo podía sentir su tristeza profunda, el vacío de la destrucción, su jardincito, lo único que queda vivo en la ciudad muerta y gris en la que ya cae el sol.
yo me levanto y me escondo tras una columna, los trato de evitar pero no me ven, ni a la chica. se van. es que no pueden vernos a nosotros, ven lo que hay dentro nuestro, y estamos sin comer desde el mediodía (?).
la chica va a cerrar la puerta -hombre y mujer salieron sin cerrar- pero apenas la empuja para que no noten que sí hay alguien.
de la casa, pared derecha desde el fondo, sale una señora mayor que nos hace entrar. adentro hay camas, papeles y ropa apilada, desorden, y hay una nena más chiquita que es la hermanita de la chica. voy a la cocina pero no hay nada en la heladera, nada para comer salvo una jarra con licuado o yogur de frutilla. tomo un poco.
nos despedimos de la chica, vayan a comer, todavía hay gente que vende comida? sí, en las calles desiertas algunos quedan, cuídense, nos veremos. la guerra va a terminar pero va a tomar tiempo. y nos va a llevar a nosotros con ella.

antes de salir miro por unas ventanitas que dan al patio y al atardecer, la hora más oscura de la noche, justo antes de que caiga el sol.

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mucha violencia

casa de la tía, escenas bajo del agua, subíamos, golpeo a alguien y lo encierro en el baño -ayudame sirena que está en la bañadera-.
estamos jugando a policías y ladrones, yo siempre quería ser policía porque teníamos escopetas. más divertido.
subo a la terraza -tengo tatuajes en la muñeca y en el dedo medio de la mano izquierda, se despegan y dejan una marca sutil-. tomo un pequeño dije de oro y lo lanzo a la calle, salto colgada de una soga -dos sogas-. en la calle busco entre las hojas y la tierra el dije. no hay. riesgo?. si salen por la puerta me encuentran. van a salir, meto las manos en la tierra, nada. agarro mis cosas y me meto en la entradita de la casa de al lado. empujé sin querer la puerta y preguntan quién es, no quiero hablar para que no me vean al lado. asomo y están en la puerta -ezequiel?-. entro, dice "acérquese a la cámara", veo la cámara frente a mi, me pongo en frente y saludo "ah pero si es lucía benito zambrana!". sí sí, estamos ocupados, algo así pasá otro día. alguien viene, me tapo con las bolsas, es el cristóbal que se ríe y sigue. ya entraron, salgo y busco. no hay! hay tornillos, anillos aplastado, clips, entonces me doy cuenta de que he olvidado lo que estaba buscando. un anillo? mi dije? ahh! y lo encuentro. alguien me ve y se rie.

entrábamos en un concurso de belleza. yo en el jurado. el lugar era una iglesia -la candelaria-. yo estaba en los bancos pero luego me levantaba para adelante y ver de cerca la pantalla -entrega de los oscars?-, entraban las estrellas con sus hijitos. yo volvía al banco a dejar mi bolso, me hacían cambiar -había un espantapájaros conmigo-.
adelante estaban las concursantes -la 1era y la 2da eran cucazas!!- y salían con botas tipo patas de águila pero de metal. yo me sentaba en un banco largo pero acolchado, había un montón de monedas de chocolate, doradas, plateadas, cobre. un policía al lado mío me molestaba. yo me tocaba el peinado, tenía dos colitas atrás. me sentía bien. le paraba el carro al policía, me iba junto a los bancos donde estaba la julia filmando, pero me sentaba en un banquito atrás, donde veía entera la pantalla.
ahora a mi lado ezequiel? yo abría una de las monedas y la partía, chocolate relleno de más chocolate? habrá de dulce de leche? abría otros, de cosas ricas, las comía. a manotazos agarrábamos con eze las monedas que quedaban y yo añoraba las del otro banco. también había caramelos. todo lo metía en una caja en mi regazo y lo ocultaba. había lápices también, buscaba las monedas violetas y las comía. ricas.
votación. subía a otro piso y veía a las chicas. había 8 lucías. a las 2 primeras les ponía aprobado sin mirarlas, las veía, igual no daban. me decían algo de los apellidos -no me los quites- no me decidía. bajaba.
daban los resultados. me habían elegido a mí! a mí? yo no entendia nada pero creía en mí. me veía en la tele, veía mi peinado -las dos colitas- y mi sonrisa. no dudaba. todos parecían aprobar el resultado.
salía de la casa -iglesia?-. unos japoneses con largavistas. corría por un balconcito, llegaba al final -parque- volvía. los japoneses alzaban los largavistas. entraba a la casa.
había otra mujer -que también era yo- y un hombre al lado de ella. buscábamos a la gallina turuleca. hacia arriba había plantas y balcones. yo la veía y la agarraba, la lavaba en una fuente -aguas muchas-.
entrábamos más, adelante nuestro alguien decía tonteras. la mujer se quedaba viendo una figura en la pared. está viendo a marx! decía el hombre. yo sabía que estaban mintiendo pero también miraba como si hubiera algo. se acercaba gente, la mujer miraba fijo y el hombre la sostenía. de pronto algo salía de la estatua -la gente señalaba!- y se enredaba en una planta arriba nuestro. un pajarito! querían atraparlo, matarlo, no! nunca se mata a un pajarito, decía yo.

y hubo otro en que con un cuchillo le hacía una cruz en la espalda a alguien -hombre? mujer?- que gritaba aahhh!! después le clavaba el puñal en el pecho, la persona gritaba más! no quiero ver, rogaba despertar, no quiero ver lo que hice!!


tal vez no sea cierto que no tengo nada contra nadie.

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la metáfora más perfecta

llegaba de visita a una casa -departamento-. la puerta estaba toda escrita con frases de letra torpe, "no se vivir sin vos" era la última. en qué estado lo habría escrito, pensaba. y quien sería "vos" -yo? nah-.
lo esperaba para entrar, la puerta tenía la llave puesta. entraba, me hacía esperar. adentro había luz gris. salía al balcón y afuera llovía muchísimo. el balcón tenía techo, me asomaba y veía el agua crecer sobre la ciudad. había una chica viendo la lluvia -luego caía más gente-. nos parábamos varios frente al balcón y lanzábamos avioncitos de papel que eran como barriletes, pero ninguno podía volar bien.
el agua se acumulaba en el exterior, llegaba al nivel del balcón. se inunda tu casa, le decíamos, y él lo tomaba en broma. yo le decía, si el agua está hasta acá, el piso de abajo ya está todo cubierto. se daba cuenta que el agua estaba al límite y se desesperaba, no! no puede ser. y corríamos a recoger las cosas del piso -había sillones, almohadones y alfombras, una escalera y muchas puertas-. la lluvia menguaba y el agua no llegaba a entrar. calma.
ya dentro la casa, el había subido al otro piso. con la chica jugábamos a abrir las puertas, yo le decía que abriéramos todas sin que él se entere, pero él asomaba a cada rato y nos veía. me encanta tu casa porque tiene muchas puertas, le decía yo, y me preguntaba cómo habría hecho para poner algo en cada una.
después estábamos los tres echados en el piso hablando sandeces. la chica salía un rato, la otra gente se habría ido, él me tocaba el brazo como para indicarme algo, entrecortaba su diálogo; jugaba con mi mano, yo jugaba también, entrecortaba mi diálogo... por qué... y la chica volvía.
lo seguíamos escaleras arriba. había una parecita con huecos y atrás él tocaba un piano que le había costado 800 dólares -no es tanto, pensaba yo-. no se podía cruzar la pared, del otro lado estaba a desnivel más abajo. sonaba la gymnopiedie de satie, y yo, colgada en la pared, rogaba me dejaran tocar.
los dos estábamos en cochabamba, cuándo había venido él? por qué había venido? su seguridad, la mía, o mi permanente duda. por qué él se lo trajo todo y yo aún estoy a medio camino acá y allá? y otra vez, a pesar de la cercanía, cercanía, cercanía, volvía a sentir la distancia infinita que nunca supe cómo evitar y siempre siempre me va a separar de él.

me escucho respirar dormida.

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whatever colours you have

anoche soñé con aviones estacionados en la terraza y con lluvia debajo de los techos.
estábamos en el bañito de arriba, con guadalupe veíamos por la ventana pasar un avioncito rojito, yo decía, cuando era chica me identificaba con estos, supongo que porque era chiquita como ellos. había también un avión de lufthansa rojo, precioso, y yo iba a buscar la cámara para fotografiarlo. iba a salir al balconcito pero llovía muchísimo -lluvia fría y gris- y decidía sacar desde la ventana. entraba al bañito pero estaba lloviendo adentro, no llegaba a sacar la cámara, se desataba violenta la lluvia bajo el techo. salíamos del bañito y la lluvia paraba de repente. qué raro, decíamos, es la primera vez que veo algo así.

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dormir con los ojos abiertos y soñar sin haberme dormido

soñé con gente que estaba y gente que se iba, con un abrazo que no me era correspondido -pero sí me era permitido, qué crueldad-, y con que me quedaba sola en una casa porque todos tenían que irse y quería salir afuera -valga la redundancia- aunque estaba en una ciudad que no conocía -y quería que alguien me llevara pero no quería esperar- y no sabía cómo hacer para recorrerla sin perderme.
igual salía, preguntaba y no sabía a dónde estaba cada cosa que me decían. era una ciudad gris pero casi como una maqueta, lloviznaba y era casi nochecita. un policía me indicaba que el lugar que yo buscaba -un lugar para ver una película- estaba cerca de una calle, que yo tampoco conocia y entonces no sabía para dónde buscar, y para qué me había servido preguntar si tampoco podía hacer nada con la respuesta que me habían dado.

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5-5

soñé que me iba a buenos aires, ya tenía el pasaje y los bolsos. eran las 7 y media, el avión salía a las 8, 7 y media pasadas, llegaba el taxi a la puerta de la casa de la tía, carola iba a venir conmigo pero se retrasaba, yo cerraba la puerta, subía al taxi y le decía, al aeropuerto.
iba rápido, creo que llegaba y llovía o estaba de noche húmeda. el taxista me preguntaba por mi pasaje, cuánto es, decía yo, 10 bs me decía él. buscaba mis pasajes y encontraba uno viejo de aerosur (630 bs decía, yo veía números y no nombres, tanta plata, imaginaba que era el de papa y mamá cuando viajaron ellos el año pasado) y después uno nuevito del lloyd.
el aeropuerto era chiquito -era la planta baja del aeropuerto de mis sueños, había una escalera mecánica hacia arriba, seguro llevaba al preembarque de mis sueños-. iba al mostrador del lloyd y pensaba en no viajar todavía, los cursos, las pequeñas cosas pendientes, le decía a la chica, tengo este pasaje para viajar ahora, pero lo quiero cambiar. ella me vuelteaba, decía que lo tenían que cambiar de bs as, para cuándo, me preguntaba, para la última semana de julio, es que mi mamá yo le pedí que me comprara pasaje y me lo compró para ahora -5 del 5-. todavía tengo cosas que hacer acá, trabajo. ella me decía que compre otro para julio y que este lo deje para enero. yo la apuraba un poquito y ella empezaba a cambiar las fechas. había gente atrás mío en la cola, yo le decía a la chica que los atienda o iban a perder el vuelo, me cruzaba al otro lado y ella los empezaba a atender.
pensaba la cara de la gente de acá cuando me vieran llegar sin haberme ido.

también soñé que agarraba la cartuchera de tubo y metía dos lápices. después, ya despierta, miré los lápices y me pregunté dónde estarían los que había sacado.

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by now

anoche soñé con lluvia, mucha lluvia y feliz, lluvia feliz.

también había soñado con perros, con una discusión con la julia en la casa de la tía...

no puedo recordar más. 

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say a word or two to brighten my day

no es que no haya soñado nada todo este tiempo

es que duermo y sueño en fragmentos, nunca de corrido, me despierto a cada rato. me acuerdo pedacitos después, ni siquiera, también me olvido los pedacitos.

tengo uno para anotar desde hace tiempo, dice así:

y el sueño de los payasitos en un escenario, que me desperté lentamente como si me sacaran del fondo del mar, cuando sonó el celular.

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